Vivimos tiempos en donde las necesidades básicas están cada vez mas cubiertas en un porcentaje mayor de la población. El haberse acortado las distancias, facilitado el acceso a la información y la posibilidad de acceder a una cantidad de opciones nunca antes imaginable por nuestros tatarabuelos nuestros nacido en el siglo XIX; también nos ha demandado cambios mas rápidos, vivencias comunitarias mas complejas y por ende, una mayor demanda de requisitos para los que nuestro cerebro de nómada cazador recolector, que evolutivamente hablando todavía es un joven saliendo de los albores del sedentarismo neolítico, no estaba totalmente preparado.
Si bien es cierto que no todos los pobladores de la tierra estamos en el mismo estadio de desarrollo tecnológico y cultural, un gran porcentaje de la humanidad ya puede sentirse afectado incluso por aquello que traspasa y esta lejos de su familia, comunidad o nación. Hoy todos podemos sentir malestar cuando vemos en la televisión las imágenes de un desconocido muerto en una guerra, el malestar de unos niños en un campo de refugiados o sentir la amenaza de una enfermedad que se encuentra a miles de kilómetros, pero vemos en los medios de comunicación como se va acercando a nosotros. Y lo mas importante, estas situaciones siempre se suman a aquellas otras que debemos afrontar en nuestro día a día: la carga de trabajo, perder el trabajo, el desafío de tener aprobar un examen, solucionar rápidamente un problema, una separación matrimonial, un aborto, un problema de salud, la muerte de un ser querido y un largo sin fin de pequeñas, y no tan pequeñas situaciones, que finaliza creando una amalgama de situaciones cuyo resultado puede desembocar en la confusión y la perdida del sentido de la vida. Un trastorno de adaptación.
El malestar tras la exposición a un evento traumático o estresante es muy variable y depende de cada uno de nosotr@s. En algun@s los síntomas se entienden dentro del contexto de la ansiedad y el miedo. Sin embargo, en otras ocasiones, los síntomas no estan tan fundamentados en el miedo y la ansiedad, sino en síntomas como la perdida de interés por actividades antes placenteras o síntomas disfóricos que exteriorizamos como enfado y hostilidad.
Si en estos momentos te encuentras sintiendo un intenso malestar, quizás también puedas estar ansios@ o preocupad@, quizás desanimad@ y con ganas de llorar, o quizás te ven o te sientes irritable, y estos sentimientos están deteriorando tus relaciones sociales, la relación con tu familia o tu eficiencia en el trabajo, la causa probablemente es que sufriendo un trastorno de adaptación.
Recuerda que el tiempo no siempre lo cura todo, y cuando no somos capaces de compensar nuestro momento “difícil”, el trastorno de adaptación puede acabar convirtiéndose en algo persistente en el tiempo y llegar a generar nos otros trastornos como los depresivos o de ansiedad. Así que si bien hemos de darle tiempo al tiempo, y nuestro cerebro tiene fantásticos mecanismos que permiten llevar a nuestro cerebro de nuevo a su estado de bienestar, es importante no dejar que los cambios bioquímicos que se están produciendo para superar la demanda de la situación, y que nos están produciendo el malestar, acaben descompensando, dañando el circuito de compensación, y por tanto acaben alterando el funcionamiento normal de nuestros pensamientos y emociones.
Recuerda que la respuesta al estrés desencadena la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, que pueden tener efectos perjudiciales en el sistema inmunológico a largo plazo. El estrés crónico puede suprimir la función inmunológica, aumentando la susceptibilidad a enfermedades infecciosas y crónicas, y dificultando la recuperación de lesiones y enfermedades.
Además, el estrés crónico se ha asociado con un aumento de la inflamación en el cuerpo, que está implicada en el desarrollo de una variedad de enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedades autoinmunes y trastornos neurodegenerativos.
Gestión del Trastorno de Adaptación
Es fundamental abordar y gestionar adecuadamente el trastorno de adaptación para promover la salud emocional y física. Las estrategias de afrontamiento efectivas pueden incluir:
- Apoyo social: Buscar apoyo emocional de amigos, familiares o grupos de apoyo puede ayudar a reducir el estrés y proporcionar un sentido de conexión y pertenencia.
- Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) u otras formas de terapia pueden ser efectivas para ayudar a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos y desarrollar habilidades de afrontamiento saludables.
- Ejercicio regular: El ejercicio físico regular puede ayudar a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico.
- Técnicas de relajación: La práctica de técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación y el yoga, puede ayudar a reducir el estrés y promover la relajación física y mental.
- Consulta médica: En algunos casos, puede ser necesario buscar ayuda médica para abordar los síntomas físicos asociados con el estrés crónico, como problemas de sueño, fatiga o problemas gastrointestinales.
En resumen, el trastorno de adaptación es una condición psicológica que puede tener un impacto significativo en la salud emocional y física si no se gestiona adecuadamente. Una vez que seamos conscientes de que podemos estar sufriendo un trastorno de adaptación es importante que el tiempo no juegue en nuestra contra. Hoy gracias a las terapias breves y cognitivo-conductuales estamos preparados para que la salud de tu sistema neurológico se recupere en tiempo suficiente y no se descompense agravando el problema.
Conociendo tus virtudes y fortalezas, y con un sentido claro de la vida, de toda situación lograras sacar la mejor versión de ti.